Jardines impresionistas

Museo Thyssen-Bornemisza
Febrero, 2011

Jardines impresionistas presentaba un vasto recorrido por el tema del jardín en la pintura desde mediados del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX.

A mediados del siglo XIX, la introducción y el cruce de cientos de plantas y especies de flores exóticas procedentes de Asia, África y América, así como la apertura al público de los parques reales, estimularon en Francia y otros países europeos un gran movimiento hortícola. Diseñar y cultivar jardines se convirtió en una pasión a la que no fueron ajenos los pintores impresionistas, como Monet y Caillebotte.

La exposición comenzaba en las salas del Museo Thyssen-Bornemisza con una sección dedicada a los precursores del jardín impresionista. La pintura de flores del romanticismo (representada por Delacroix) se yuxtaponía aquí a los floreros de Bazille o Renoir. Frente a estos «jardines de interior», los pintores de la escuela de Barbizon se abrieron al aire libre y exploraron el jardín como paisaje. Artistas como Millet, Corot y Daubigny serían precedentes inmediatos de la pintura impresionista francesa.

La aproximación de los impresionistas al tema del jardín está marcada por tres oposiciones: entre la ciudad y el campo, el parque público y el jardín privado, lo decorativo y lo productivo.

El jardín aparece como un punto de encuentro entre lo urbano y lo rural, puede ser una isla de naturaleza en medio del asfalto o bien un fragmento de orden civil en mitad del campo. Así como los pintores de Barbizon habían representado jardines campestres, Manet y los impresionistas descubrieron en los parques parisienses los atractivos combinados de la vida moderna y el aire libre.